El Kwid volvió sin cambios mecánicos, pero sí con algunos estéticos y el agregado del ESP. Un auto para moverse en la ciudad gastando poco.
Por Martín Simacourbe
Fotos: A.C., M.O.y Prensa Renault
La historia es conocida: hace algo más de tres años, cuando faltaban los dólares, Renault decidió suspender las ventas del Kwid, modelo que se fabrica en Brasil (a mediados de año comenzará a llegar de Colombia), para priorizar las ventas de la gama producida en Santa Isabel (ver más).
En ese momento, Renault aclaró que el parate era temporal y no mintió, porque cuando el nuevo gobierno estabilizó la economía, el Kwid pegó la vuelta. Eso sí, lo hizo con una única versión y con el rediseño que ya había presentado en otros mercados.
Claro que estamos hablando de la versión a combustión, porque hace un año, el modelo regresó al mercado con su opción eléctrica, importada de China (ver prueba).
Los cambios estéticos del Kwid brasileño son menores. Se hace notar, pero no cambian el diseño simpático de siempre: hay nuevos faros en el frente, llantas de aleación (siempre con los tres bulones) y una pintura bitono, elementos que no había ofrecido el anterior. Además, pese a que para Renault sigue siendo el “SUV de los compactos”, esta versión Iconic viene sin barras de techo.
Por dentro hay muy pocas novedades: un tablero digital que no reviste grandes críticas y nuevos tapizados. La posición de manejo sigue siendo complicada porque butaca y volante no regulan en altura, aunque la postura elevada es muy valorada por las mujeres, uno de sus target preferidos.
Atrás hay mejor espacio de lo que anuncian sus casi 3,70 metros de largo, aunque tres no irán cómodos por el ancho. El baúl es muy bueno, con casi 300 litros (muy superior al Mobi) y por debajo aparece un auxilio en igual medida, pero con llanta de chapa.
El equipamiento de confort ganó poco y nada: comando satelital de radio y apertura con botón del portón posterior, lo que se suma a la pantalla táctil con cámara y el pack eléctrico (levantavidrios eléctricos solo adelante y mal ubicados, por debajo de la radio), como lo más destacado.
En seguridad incorporó el ESP (que se hizo obligatorio en su ausencia) y mantiene los cuatro airbags, algo que lo despega del Mobi y el C3, dos de los rivales más cercanos que tiene el modelo de Renault.
Las luces siguen siendo pobres y la frenada de 100 km/h a 0 se mantiene por encima de los 43 metros, una cifra bastante mejorable pese a que estamos ante el modelo más barato del mercado.
¿Dónde luce el Kwid? En el uso diario, donde se mueve como pez en el agua gracias a la buena maniobrabilidad y los bajísimos consumos. Sin embargo, ante la mínima irregularidad del piso se torna saltarín y tampoco lo ayuda la mala insonorización de lo que hacen las ruedas, con ruidos frecuentes desde ambos trenes si el asfalto no está en condiciones.
La calidad de armado es buena pese a que los materiales son algo espartanos, típicos de modelos de este precio. La peor parte se la lleva la tapa que cubre el sector de carga, que rebota de nada, generando un golpe seco y molesto.
Decía que el consumo es su fuerte y qué mejor que los números para comprobarlo: gasta menos de 5 l/100 km a 100 km/h, menos de 7 a 130 km/h y menos de 8 en ciudad, valores algo mejores que los del Mobi y bastante más bajos que los de la mayoría de los compactos del segmento B. Lo único a tener en cuenta es que el tanque es de apenas 38 litros, lo que limita su autonomía.
Claro, con los apenas 66 CV que entrega el tres cilindros de 1.0 litro, la contracara se ve en las prestaciones: acelera en poco más de 15 segundos y recupera de 80 a 120 km/h en algo más de 16 segundos en cuarta marcha y en casi 30 en quinta, lo que obliga a ser muy cauto en los sobrepasos.
En la ruta las limitaciones no solo vienen del lado de la mecánica, sino también de su comportamiento dinámico, muy sensible a los vientos laterales. Lo bueno es que ahora el ESP puede corregir una mala maniobra, pero lo blando de las suspensiones es la primera barrera para encarar curvas cerradas a gran velocidad.
En la ciudad la potencia es suficiente como para lidiar con el tránsito urbano sin titubeos (solo pesa 800 kilos). La selectora no es la mejor, pero las relaciones de caja hacen que no haya que jugar demasiado con los cambios, salvo en algunas circunstancias en que la segunda queda un poco corta.
En la tierra o caminos desparejos, el Kwid saca a relucir su buen despeje y esa amortiguación de buen recorrido, pero hay que tener cuidado porque el tren delantero no devuelve una sensación de mucha solidez.
Reservado como pocos a ser un primer auto o el segundo de la casa, el modelo más chico de Renault hace de su precio una de sus mayores tentaciones. Nada es barato en Argentina, pero el Kwid es el auto más accesible del mercado, a 18.530.000 pesos.
Cuesta un millón menos que el Mobi, su único rival del segmento. Si saltamos al segmento B, vale cuatro millones menos que un HB20 o un Cronos, por los que vale pagar la diferencia si es que llegás.
Si no. O si simplemente estás buscando un auto para moverte por la ciudad gastando muy poco, el Kwid está de vuelta.
A favor
4 airbags
Capacidad de baúl
Precio atractivo
En contra
Comportamiento dinámico
Prestaciones limitadas
Andar ruidoso




FICHA TECNICA
Cilindrada: 999 cm3
Potencia: 66 CV a 5.500 rpm
Torque: 93 Nm a 4.250 rpm
Caja: manual de cinco marchas
Tracción: delantera
Frenos: discos ventilado/tambor
Suspensiones: McPherson/Eje rígido
Dirección: eléctrica
Neumáticos: 165/70 x 14″
Largo/Ancho/Alto: 3,680/1,579/1,481 m
Peso: 801 kilos
Baúl: 290 litros
Tanque: 38 litros
EQUIPAMIENTO
Cierre centralizado con comando a distancia
Espejos eléctricos
Levantavidrios eléctricos delanteros
Instrumental digital
Llantas de aleación
Pantalla táctil con cámara
Airbags frontales y laterales
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