Como la mayoría de las automotrices, Mazda ha desplegado una interesante gama de SUV en aquellos mercados donde participa (lamentablemente el argentino no está entre ellos).

Hoy vende los CX-3 (4,28 metros de largo), CX-30 (4,40), MX-30 (también 4,40, pero eléctrico) y CX-5 (4,55). Ahora suma el CX-50, del que todavía no se difundieron medidas, pero se establecerá como una alternativa al CX-5 entre los SUV medianos.

Las diferencias del modelo que, por ahora, se venderá únicamente en Estados Unidos, se ven más que nada en el estilo, orientado al uso todo terreno, al que muchas marcas están regresando luego de años de producir siluetas crossover.

El CX-50 tiene un diseño más agresivo gracias a guardabarros más anchos y con protecciones plásticas en unos pasarruedas más rectangulares, además de calcos al mejor estilo Jeep incluso en el capot.

El interior repite la sencillez de otros Mazda, con una pequeña pantalla táctil y salidas de aire camufladas, aunque otras en formato vertical toman protagonismo.

La gama de motores, que solo en un futuro sumará un híbrido, se vale un de un motor 2.5 en versiones aspirada y turbo. En otros modelos rinden 190 y 250 CV, respectivamente, pero aun no se anunció la potencia del CX-50. La caja será siempre una automática de seis marchas y la tracción integral, diferenciandose de los otros SUV de Mazda que ofrecen tracción simple como opción o hasta única oferta.

El modelo se producirá en la planta que Mazda y Toyota levantaron en Alabama, la misma donde se produce el Corolla Cross para el mercado norteamericano (ver más). Sin embargo, estos modelos no comparten nada de su estructura.