Lanzada en 2012 y rediseñada en 2016, la Ford Ranger producida en la Argentina vuelve a renovar su estética, sumando algunos equipamientos a la extensa gama de versiones.

En esta ocasión, la renovación estética es muy sutil, con nueva parrilla, paragolpes y faros antiniebla (a partir de la XLS). Por dentro, la novedad es que se unificó el diseño, adoptando las versiones básicas el mismo estilo estrenado en 2016.

En lo mecánico, hay dos grandes novedades. La primera es que Ford rediseñó por completo, y en toda la gama, los componentes de la suspensión delantera, reposicionando la barra estabilizadora y mejorando parrillas, topes de suspensión, amortiguadores y chasis.

Todo esto busca un desempeño más confortable, algo en lo que la Ranger había quedado algo postergada en un segmento que cada vez más ofrece un uso dual para todos los días.

El otro es que el motor Puma 2.2 diesel de entrada de gama ganó 10 CV alcanzando ahora 160 caballos, posicionándose como el más potente, junto con el de Nissan, entre los de entrada de gama.

Además, hay una serie de mejoras de equipamiento en toda la gama: la XL sumó cierre centralizado, pantalla de 4,2″ y dirección eléctrica. Esto se suma a los tres airbags y ESP que ya eran de serie.

La XLS agrega pantalla táctil de 8 con cámara, conectividad full, sensor de estacionamiento trasero, climatizador bizona y nuevo portón con asistencia de apertura y cierre.

La XLT incorpora sensor de lluvia, nuevas llantas de 17″ y espejo fotocromático, además de los airbags laterales y de cortina.

En tanto, la Limited suma faros de xenón, luces diurnas de led, nuevas llantas de 18″, frenado autónomo de emergencia (que detecta peatones y vehículos), acceso y arranque sin llave. Todo esto se agrega al control crucero adaptativo, mantenimiento de carril, detector de fatiga y encendido automático de luces altas.

Los precios serán informados en agosto cuando la renovada Ranger se lance comercialmente.