La historia del extraño deportivo americano con tres palancas

La historia del extraño deportivo americano con tres palancas

Fue desarrollado a comienzos de los ochenta por la preparadora Hurst, sobre la base de un Oldsmobile Cutlass. Cómo funcionaba y cómo le fue.

Hurst fue una marca americana especialista en lo que hoy llamamos tunning. Se dedicaba a preparar cualquier tipo de modelos, pero se concentraba más que nada en los muscle cars.

Pero gracias a su experiencia, Hurst también fue proveedor de varias automotrices, aunque su relación con Oldsmobile, la marca de General Motors, fue la más prolífica.

Fue así que a fines de los sesenta, la unión de estas dos empresas dio vida al Hurst/Olds, un modelo basado en el Oldsmobile Cutlass, con mejor performance y algunos detalles estéticos.

En esos primeros años, Hurst innovó con una transmisión llamada Dual gate, que tenía una segunda selectora que funcionaba como una caja secuencial para las tres primeras marchas. Era una palanca bastante sutil, diferente a lo que ya se conocía en los todo terreno que recurrían a una caja de transferencia para activar la baja.

Sin embargo, para comienzos de los ochenta, Hurst fue más allá, introduciendo al público americano una tecnología que ya se había probado en automóviles de carrera.

El Hust/Olds de 1983, denominado Lightning Rods, se despachaba con nada menos que tres palancas en la consola entre asientos. La principal funcionaba de manera tradicional para comandar la transmisión de cuatro marchas. Tenía los casilleros Parking, Reversa, Neutro, Overdrive (dejaba el auto en tercera) y Drive.

Las dos laterales funcionaban para engranar la segunda y la tercera, de manera manual, tanto para aumentar como para rebajar las marchas, sin tener que esperar que la caja automática lo hiciera por sí sola, algo que en esa época era particularmente tedioso para un deportivo.

Quienes la condujeron coinciden en que el cambio en los cronómetros no era tan importante como el de la sensación de tener el control del pasaje de marchas en sus manos, algo particularmente valorado en las picadas, que ya eran una gran atracción en las calles norteamericanas.

El Lightning Rods fue el único modelo que la llevó de serie y pese a que Hurst la dispuso como equipo aftermarket para varios modelos más, el éxito de esta particular transmisión fue moderado y solo se circunscribió al público amante de las competencias callejeras.

La evolución de las transmisiones, la posterior llegada de las centralitas y el control secuencial que sumaron las cajas automáticas puso fin a este tipo de artilugios que solo se conocieron en el mercado norteamericano.

Autoweb
ADMINISTRATOR
PERFIL

Noticias Relacionadas

Dejá un comentario

Tu email no será publicado. Los campos marcados con * son obligatorios.