Primer contacto: Ram Rampage Hurricane

Primer contacto: Ram Rampage Hurricane

Manejamos la nueva Rampage en un breve circuito off road y un par de vueltas a la pista de Interlagos, en Brasil. Primeras conclusiones.

Por Martín Simacourbe

Ram presentó ayer en sociedad la nueva Rampage, la pick up con la que competirá en el segmento de las pick ups con chasis monocasco de media tonelada (aunque el producto de Stellantis puede estirarse por encima de los 1.000 kilos).

La presentación, llevada a cabo en San Pablo (ver más), arrancó bien temprano el lunes (el material estuvo embargado hasta hoy) con una producción digna de Hollywood: impresionante pantalla 3D con sonido y definición a la altura del mejor de los cines IMAX.

Si bien ya sabía que la Rampage le apuntaba directo a las monocasco (más de un “especialista” la posicionó en el segmento de Hilux & cía.) debo confesar en que la primera impresión ao vivo me pareció una simple evolución de la Toro, algo así como una segunda generación de la pick up de Fiat.

La de Ram repite el mismo entre ejes, es poco más larga y ancha, pero muestra su impronta gracias a un capot más elevado y recto (algo que se viene imponiendo en pick ups y SUV) y, lógicamente, con la estética americana: las tres letras en la parrilla, branquias en el capot y un portón clásico, con apertura hacia abajo.

Pronto nos contaron que las diferencias van más allá de lo estético: si bien utiliza la misma plataforma y una suspensión trasera Multilink, el tren posterior prácticamente fue hecho a nuevo con respecto a la Toro, sin compartir casi ninguna pieza, con una geometría renovada y una trocha 4 cm mayor (algo que se repite adelante).

La otra gran diferencia está bajo el capot. Comparten el diesel, pero el naftero es el Hurricane 2.0 turbo de 272 CV y 400 Nm, una cifra que deja atrás a Maverick (253 CV), pero también a Hilux GR Sport (224 CV), Amarok V6 (250 CV) y seguramente también a la nueva Ranger V6 (esta semana sabremos). Dicen que acelera en menos de 7 segundos, pero ni quiero saber cuánto gasta (Ram tampoco se preocupó en difundirlo).

Cuando me enteré que la prueba de manejo era en la pista de Interlagos subí rápidamente al bus: “quiero acelerar esos 272 burros”. Media horita después, un puñado de Rampage Rebel y R/T nos esperaba debajo de un mural gigante de Ayrton Senna.

El predio está en obras para recibir recitales y tanto movimiento de tierra sirvió para adecuar un circuito off road. También está la pista tradicional donde corre, por ejemplo, la Fórmula Uno y donde hace casi 20 años vi por dos veces coronarse a Fernando Alonso. Hoy me tocaba estar adentro.

Elijo el off road primero y la Rampage me devuelve las primeras sensaciones en su versión Rebel, con neumáticos all terrain: mucho confort en terrenos de tierra y un buen despeje para superar algunos obstáculos. Aparecen unos cruces de ejes con enormes pozos que una Maverick no podría enfrentar por su limitada altura y la Rebel pasa como si nada, sin crujidos extraños. Eso sí, encuentro un faltante de equipamiento: no hay cámara 360° y el capot elevado impide ver que está delante de la trompa.

En Low (una suerte de baja electrónica que ya ofrecen varios Jeep y la Toro), la pick up de Ram doma tranquilamente la enorme potencia del Hurricane. Se puede circular a muy baja velocidad e ir peinando el acelerador. Aunque el trazado está todo seco, no dudamos que entre el torque, el despeje, los neumáticos y este sistema que retiene una primera corta se las puede arreglar sin tanto problema si aparece un barro de esos complicados.

Pero insisto, quiero acelerar los 272 CV en la pista. Antes que me den el ok, aprovecho para meterme en otra que está parada: la posición de manejo (butaca eléctrica y doble regulación del volante) es muy cómoda y atrás hay un poquito más de espacio a lo largo que en una Toro, pero el ancho sigue igual de estrecho y el respaldo es bastante vertical.

La calidad está cuidada, el tablero es muy completo y con muchas vistas (como me gusta) y la pantalla táctil es amplia y eficiente. Hay un novedoso portaobjetos debajo de la consola central (ventajas del selector circular sin conexión mecánica) y otro entre los asientos igualito al de Toro.

Allí nos espera la R/T, con sus llantas de 19″ y sus neumáticos de perfil bajo. También me dicen que tiene ajustes en la suspensión y una altura rebajada. En los eventos en pista suelo ser cuidadoso: nunca es recomendable buscar récords a la vista de todos (imaginate si pifiás) y los instructores de turno no suelen amigos de dar rienda suelta a la velocidad.

Primera vuelta de reconocimiento y, para mi sorpresa, el instructor a mi derecha me alienta a tomar un ritmo ligero. Además, la Rampage comienza a mostrarme que el chasis y la dirección están a la altura del Hurricane: dobla con soltura (aun teniendo en cuenta que es una pick up), apoya con solvencia y acelera en forma contundente.

En el medio hay una prueba de aceleración plena en una recta larga. El Hurricane empuja, pero la caja de nueve marchas le roba algo de potencia. Se la siente menos picante que una Maverick, ligerita si las hay (ver prueba). Veremos cuando tengamos nuestro propio cronómetro en mano.

Vuelta a las curvas: ya me siento cómodo con la Rampage y lo que es mejor, el instructor se siente cómodo conmigo: “acelerá!, acelerá!“, repite. Hasta Ayrton parece guiñar un ojo desde la pared que casi toca el cielo de Interlagos, así que doy rienda suelta al pie derecho y el Hurricane brama de lo lindo. Pasamos a otra R/T que viene más lento y dibujamos la curva y contracurva que lleva el nombre del más grande corredor que dio estas tierras olvidándonos que tenemos una caja de carga en la cola.

La Rampage no es un auto, pero apoya mejor que muchos. Dobla con mucha más autoridad que una Toro y se la siente mejor plantada que una Maverick, con movimientos más progresivos, pero igual de eficaces. Y surca el trazado con más soltura de lo que lo puede hacer una pick up mediana con chasis, al menos las de corte tradicional.

En la primera impresión, supuse que la nueva Rampage era una evolución de la Toro. Cuando empecé a conocerla me pareció una Super Toro. Pero tras manejarla, pese a lo breve del contacto, puedo afirmar que se trata de una auténtica Ram, con tres perfiles bien diferenciados (ver más) en los que seguramente esté la preferida para aquellos picaperos que no necesitan una mediana de largueros, para los que no encuentran reemplazo a los sedanes y para los que los se quieren correr de la moda SUV.

Como alguna vez hizo Jeep con el Renegade, Ram baja un par de segmentos y deja de ser simplemente la chata de los polistas para dar impulso a una expansión que será aún mayor. En Brasil no cabe ninguna duda que será un éxito. Si la economía argentina la deja, es algo que repetirá invariablemente en nuestro mercado.

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