Los kei-cars son modelos exclusivos del mercado japonés, en el que solo participan marcas locales. Pero BYD tiene otros planes.
Así como en Europa se popularizaron en tiempos de posguerra autos pequeños y económicos (como Citroën 2CV o Fiat 500), en Japón nacieron los kei-cars.
Casi como un reemplazo de las motos, los kei-cars crecieron gracias a ayudas gubernamentales, siempre que no superaran cierto tamaño y poseyeran motores de baja cilindrada.
Estas especificaciones crecieron de los 2,80 metros de largo, 1,00 de ancho y 150 cm3 de fines de los cuarenta a los actuales 3,40 metros de largo, 1,48 de ancho y 660 cm3 actuales, cifras vigentes desde fines de los noventa.
Y aunque muchas marcas extranjeras han vendido vehículos en Japón, prácticamente ninguna se animó a ingresar a este segmento, donde Daihatsu, Honda, Mitsubishi, Mazda, Nissan, Suzuki, Subaru o Toyota han sido muy exitosas.
La excepción fue Daimler, que gracias a las medidas del Smart pudo venderlo como kei-car con algunas modificaciones mecánicas, pero sin alterar el diseño global.
Ahora, BYD se lanzó de lleno a este segmento con el Racco, un vehículo que copia, sin sonrojarse, el tipo de vehículo más común entre los kei-cars (los japoneses también produjeron coupés, descapotables, furgones, SUV y hasta pick ups con estas medidas).
El Racco fue presentado en el Japan Mobility Show y se venderá exclusivamente en Japón con una motorización eléctrica desde mediados del año que viene.
Utiliza la misma plataforma del Dolphin Mini, pero con una carrocería con puertas traseras corredizas de 3,4 metros de largo y 1,80 de alto.
¿Podrá el gigante Chino lograr que el Racco sea uno de los preferidos en una cultura tan localista como la japonesa? Nada parece ser imposible para esta empresa que, en pocos años, se convirtió en la cuarta más vendedora a nivel mundial.





































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