Dacia MD87: la historia del R12 rumano con motor central

Dacia MD87: la historia del R12 rumano con motor central

Se desarrolló en Rumania, donde Dacia producía el clon del Renault 12. El diseño mezclaba partes de deportivos icónicos y tuvo tres variantes.

La industria automotriz comunista padeció durante su existencia el cerrojo que provocaba la Cortina de Hierro. Aun así, se las arregló para producir infinidad de buenos productos (ver más), aunque muchos eran clones de vehículos creados en Occidente.

En Rumania, Dacia fabricó las réplicas de los Renault 8 y 12, y sobre la base de este último produjo variantes que no se vieron en la marca francesa, como una pick up, un hatch y hasta una coupé (ver más).

Uno de sus más prolíficos creadores, Nicolae Cosmescu, fue incluso un poco más allá. Alentado por el sueño adolescente de construir una variante del Ford GT 40 que lo había deslumbrado en las victorias de Le Mans, ideó un Dacia con motor central pensado para las competiciones de rally.

El ingeniero de Dacia tomó como base un 1300 (nuestro R12) y lo cortó por la mitad a mediados de los ochenta, creando una zona posterior desde cero para albergar al motor central y la caja.

La quinta rueda y el tanque de nafta se ubicaron adelante para buscar un reparto ideal de pesos, algo que hubiera logrado si la carrocería posterior hubiera sido de fibra de vidrio, como él quería.

El diseño respetaba el original hasta el parante central de este biplaza. Luego tenía algo del Lancia 037 y la cola de la Ferrari Testarossa. El nombre homenajeaba al GT40, pero MD 87 responde a los nombres de sus hijos (Monica y Drago) y el año en que iba a ser producido.

El motor era el mismo, con los apenas 65 CV que erogaba en el sedán, que entregaba la potencia al eje trasero. También se sumó un freno de mano hidráulico y discos en las cuatro ruedas.

Un prototipo estuvo listo en solo tres meses y hasta participó con éxito de algunas competencias en Rumania, pero el proyecto no logró consenso pese a los cambios introducidos: en 1988 adoptó una nueva cola con la esperada fibra de vidrio (y un alerón posterior) y en 1991 adoptó un nuevo frente con faros escamoteables inspirados en los del Toyota MR2.

La caída del régimen comunista acabó con los sueños deportivos de la automotriz rumana y, al parecer, también se llevó a la tumba a los pocos prototipos que visten esta nota. Cosmescu falleció a mediados del año pasado.

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