Vamos a tratar de responder qué tipo de hibridización tiene el nuevo Fiat 600 que acaba de llegar a la Argentina. Anticipo: no es algo fácil.
Por Martín Simacourbe
Fiat lanzó esta semana el nuevo 600 (ver más). Luego de analizar cómo quedó parado frente a la competencia (ver más), vamos a tratar de responder si es un híbrido convencional o un híbrido ligero.
La gran diferencia entre estos sistemas son, básicamente, dos. La primera es que en los híbridos convencionales, el motor eléctrico es capaz de movilizar las ruedas (no importa por cuánta distancia o hasta qué velocidad), mientras que en los ligeros, el segundo motor solo funciona como un asistente en situaciones de arranque o cuando, por exigencias de manejo, se necesita un extra de potencia.
La segunda es que, mientras los híbridos convencionales poseen baterías de buen tamaño (un Corolla tiene una de 600 voltios), los híbridos ligeros se valen de una de apenas 48 voltios.
¿Cuál es el problema con el 600? Que posee una batería de 48 voltios, pero a su vez el motor eléctrico (de solo 29 CV, cuando un Corolla, por ejemplo, tiene una de 72 CV), puede movilizar las ruedas durante un kilómetro y sin sobrepasar los 30 km/h.
Mecánicamente, el sistema del 600 (como el del DS 3) es el de un híbrido ligero, pero como ya dijimos, con la particularidad de poder dar movimiento aun con el naftero apagado, algo que es (o era) imposible para los sistemas de su tipo.
Así, queda en un limbo que al cliente no le va a cambiar la vida. De hecho, las jurisdicciones que no cobran impuestos a los híbridos no discriminan entre ambos sistemas.
Cuando podamos hacer las pruebas, veremos si en las prestaciones y consumos el sistema eléctrico juega un papel preponderante o se queda únicamente en una simple ayuda, como sucede en el Renault Arkana (ver prueba).



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