Cómo era manejar un automóvil hace 100 años

Cómo era manejar un automóvil hace 100 años

Al igual que ahora, el Ford T tenía un volante, pedales, palancas y cuatro ruedas. Pero conducirlo era una tarea muy distinta a la que conocemos hoy.

Hace algo más de 100 años, el automóvil ya era el medio de locomoción personal más prestigioso del mundo, pero en general, se trataban de vehículos caros, poco accesibles y no del todo confiables.

El Ford T, nacido en 1908, vino a cambiar todo eso. Henry Ford, el fundador de la marca y padre de la criatura, revolucionó el sistema de producción del automóvil y creó lo que hoy llamamos línea de montaje, creando la fabricación en serie.

Fue tal el cambio que lo que demandaba producir una unidad pasó de algo más de 12 horas de trabajo a tan solo 93 minutos. Gracias a esta velocidad y al ahorro que Ford logró con este tipo de producción, el Model T rápidamente bajó de precio y pasó de costar cerca de 900 dólares en 1910 a tan solo 345 en 1926, con un récord de 260 dólares en 1925.

Así, Ford inundó no solo Estados Unidos de Model T, sino también buena parte del mundo. A la Argentina llegó en 1913 y cuatro años más tarde ya se estaba armando en el país. Se dice que la mitad de todos los automóviles circulantes en el planeta llegó a ser un Ford T.

Como los automóviles de hoy en día, el Model T tenía cuatro ruedas, un volante a la izquierda (que era toda una novedad), pedales y palancas, pero con una distribución distinta a la actual que hacía de su conducción algo muy diferente a lo que estamos acostumbrados.

Para arrancar el motor de 4 cilindros en línea, 2.9 litros y 20 HP, era necesario girar una manivela frontal, una maniobra en la que algún improvisado podría lastimarse fácilmente. A la izquierda del conductor, había una palanca que accionaba la transmisión y tenía tres posiciones, similares a las de las cajas automáticas de hoy en día: Parking, Neutro y Directa.

También tenía tres pedales, pero con otras funciones a las que conocemos: el de la izquierda era como el actual, una suerte de embrague. Al presionarlo, el vehículo ya se movía, aún en Neutro. Este sistema fue fundamental para evitar accidentes a la hora de arrancar el vehículo con la manivela externa. Al soltar el pedal, el Ford T ganaba velocidad, lo mismo que al ponerlo en Directa con la palanca izquierda.

A todo eso, el Ford T agregaba un acelerador, pero en forma de palanca, ubicado en el volante. Lo que lograba esta manija era llevar el motor a distintas revoluciones, para reducir o incrementar la velocidad. Otra palanca en el volante servía para graduar la entrada de combustible, para arranques en frío o conducción en pendientes.

Esta combinación de opciones, entra la palanca de la izquierda, el pedal izquierdo y el acelerador de volante, permitía lograr distintas velocidades, con una máxima de 72 km/h, una cifra nada despreciable para la época. Y también reducir la velocidad para mejorar el frenado.

El pedal central servía para conectar la marcha atrás, mientras que el de la derecha permitía detener el auto, aunque los frenos no estaban conectados a las ruedas como ahora, sino directamente a la transmisión.

Las ruedas estaban hechas de madera y tenían un tamaño de 30 pulgadas. Recién en los últimos años el Ford T adoptó ruedas fabricadas en acero.

El Ford T fue un tremendo avance para la industria automotriz, pero si viajáramos al pasado, nos sería prácticamente imposible conducirlo sin alguien que nos guíe. Y eso que ni siquiera hablamos de cómo se controlaba el aceite o se medía la cantidad de combustible que tenía.

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