Primer contacto: Renault Fluence GT

Primer contacto: Renault Fluence GT

Tuvimos la oportunidad de acelerar el nuevo sedán deportivo del rombo. Motor de 180 CV, caja manual de sexta y suspensiones para el uso diario.

El del Renault Fluence GT fue uno de esos eventos en los que las marcas, además de informar acerca de su nuevo producto, brinda la posibilidad a los periodistas especializados de conocer más a fondo el producto, es decir interiorizarnos acerca de sus condiciones dinámicas.

La prueba de manejo brindada por la gente del rombo consistió en dos vueltas con un periodista como piloto y un colega de acompañante. Fue así que nos pudimos probar la butaca izquierda del nuevo sedán deportivo del rombo.

Una leve espera y, finalmente, envuelto en un olor proveniente de los frenos recalentados (el trato de las vueltas precedentes no había sido precisamente bueno), llegó nuestra unidad. Antes de subirnos, el modelo ya nos generaba expectativas, debido a que no habíamos tenido la oportunidad de manejar la versión Sport, con una mecánica similar.

Ya sentados frente al volante, fue innata la familiaridad con el resto de la familia Fluence, aunque las butacas deportivas hacen la diferencia, brindando una mayor sujeción, lo que le imprime un tinte más deportivo. Además, el GT cuenta con costuras de tapizado en color rojo y pedalera metálica. El velocímetro es digital, no siendo el más apropiado tratándose de una versión con intenciones deportivas. La posición de manejo es correcta, ya que a la regulación en altura le suma la de altura y profundidad del volante.

Pusimos el volante como nos gusta y conectamos la primera marcha. La caja es una manual de seis marchas con un selector de correcto tacto y un paso de cambios que, si bien no es de los más cortos y rápidos, muestra precisión a la hora de “embocar” las marchas.

Lo aceleramos casi hasta el corte y encaramos la primera curva –en tercera velocidad- del Autódromo de Buenos Aires. En ese momento ya comprobamos la soltura del motor francés 2.0/16v TCe de 180 caballos, acelerando sin pereza y haciendo trepar con decisión la aguja del cuentavueltas.

Pese a que las condiciones de un circuito a veces no nos permiten tener real dimensión de la aceleración, el Fluence GT demuestra que es rápido y que no le cuestan las recuperaciones, gracias al generoso torque de 30,6 kgm desde las 2.250 rpm.

Sin embargo, vale aclarar que no estamos ante una versión tan radical como lo es el Mégane RS. Por eso, el sonido del escape es convencional, y las suspensiones (McPherson/semi-independiente), si bien un poco más rígidas que las de sus hermanos de gama, no son tan deportivas como las del RS, demostrando marcadas inclinaciones en las curvas, como en la famosa “Horquilla” del autódromo. Lógico tratándose de un modelo destinado al uso diario.

Aun así, no presenta reacciones imprevistas, y ante un exceso (hubo varios) el ESP está siempre presente para “salvarnos las papas”. Por último, los frenos poseen cuatro discos y un pedal de agradable tacto.

De esta manera, hemos tomado contacto por primera vez con el Fluence GT, algo que como siempre decimos, no alcanza para llegar a conocer a fondo un vehículo. El próximo paso probablemente sea evaluarlo más en detenimiento, en nuestras clásicas pruebas. Y para eso no faltará demasiado.

Autoweb
ADMINISTRATOR
PERFIL

Noticias Relacionadas

Dejá un comentario

Tu email no será publicado. Los campos marcados con * son obligatorios.