Concept extraños: Citroën Osmose (2000)

Concept extraños: Citroën Osmose (2000)

Con su formato de taxi futurista, anticipaba los viajes compartidos (gratuitos), antes de la existencia de Uber. Llevaba un motor híbrido.

Mucho antes de la existencia de Uber, Citroën pensó en una movilidad compartida en lo que lo comercial no fuera el trasfondo de todo. Lo hizo a través del Osmose, un prototipo que presentó en el Salón de París de 2000.

El Osmose no solo era un extraño vehículo a nivel de diseño, sino que anticipaba lo que hoy es común: solicitar un viaje a través de una aplicación en el teléfono.

Si bien los lugares disponibles se podían reservar a través de teléfonos móviles con internet, como esa tecnología no estaba tan difundida en ese tiempo, el dueño del Osmose podía anunciar en el lateral del vehículo el destino al que se estaba dirigiendo, y si aceptaba subir acompañantes.

La idea, muy de boga en el cambio de siglo, era disminuir la cantidad de vehículos circulantes sumando varios pasajeros por unidad, promoviendo el viaje compartido y el uso responsable del automóvil.

El Osmose tenía una carrocería especialmente pensada para transportar pasajeros. Como una suerte de “galera” moderna, medía apenas 3,35 metros de largo, pero con un ancho de 1,75 y un alto de 1,70, además de ofrecer puertas corredizas y un enorme parabrisas.

Para que los desplazamientos fueran amigables con el medio ambiente, el Osmose tenía una motorización híbrida de la que no se especificaba mucho, salvo que en los trayectos urbanos circularía únicamente en modo eléctrico, sin  producir emisiones contaminantes.

La disposición de las plazas no era la habitual. El conductor iba en el centro y los pasajeros de adelante lo acompañaban a los laterales y un poco por detrás. Además, había dos plazas adicionales en el sector posterior, en una banca situada a contramarcha.

Además, el asiento principal era fijo y lo que se adaptaba a distintas alturas eran la pedalera (con un + para el acelerador y un – para el freno) y el volante.

Este era una gran pantalla que ofrecía data de los pasajeros e informaciones sobre el tránsito y que además permitía interactuar entre los ocupantes traseros y el conductor, con un apretón de manos virtual para agradecer el viaje.

El techo panorámico estaba compuesto de paneles solares y todo el sistema de dirección, frenos y acelerador era eléctrico. Otra innovación era un sistema de radar que alertaba una posible atropello.

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